[ Pobierz całość w formacie PDF ]

pero al mismo tiempo comprendió que era cierto, que de una manera u otra
había transgredido el mundo de Talita y Traveler, sin actos, sin intenciones
siquiera, nada más que cediendo a un capricho nostálgico. Entre una palabra y
otra de Talita vio dibujarse la línea mezquina del Cerro, oyó la ridícula
frase lusitana que inventaba sin saberlo un futuro de frigoríficos y caña
quemada. Le soltó la risa en la cara a Talita, como esa misma mañana al
espejo mientras estaba por cepillarse los dientes.
Talita ató con un hilo de coser un fajo de billetes de diez pesos, y
mecánicamente se pusieron a contar el resto.
 Qué querés  dijo Talita . Yo creo que Manú tiene razón.
 Claro que tiene  dijo Oliveira . Pero lo mismo es idiota, y vos lo
sabés de sobra.
 De sobra no. Lo sé, o mejor lo supe cuando estaba a caballo en el tablón.
Ustedes sí lo saben de sobra, yo estoy en el medio como esa parte de la
balanza que nunca sé como se llama.
 Sos nuestra ninfa Egeria, nuestro puente mediúmnico. Ahora que lo pienso,
cuando vos estás presente Manú y yo caemos en una especie de trance. Hasta
Gekrepten se percata, y me lo ha dicho empleando precisamente ese vistoso
verbo.
 Puede ser  dijo Talita, anotando las entradas Si querés que te diga lo
que pienso, Manú no sabe qué hacer con vos. Te quiere como a un hermano,
supongo que hasta vos te habrás dado cuenta, y a la vez lamenta que hayas
vuelto.
 No tenía por qué ir a buscarme al puerto. Yo no le mandé postales, che.
 Lo averiguó por Gekrepten que había llenado el balcón de malvones.
Gekrepten lo supo por el ministerio.
 Un proceso diabólico  dijo Oliveira . Cuando me enteré de que Gekrepten
se había informado por vía diplomática, comprendí que lo único que me quedaba
era permitirle que se tirara en mis brazos como una ternera loca. Vos date
cuenta qué abnegación, qué penelopismo exacerbado.
 Si no te gusta hablar de eso  dijo Talita mirando el suelo podemos
cerrar la caja e irlo a buscar a Manú.
153
43
 Me gusta muchísimo, pero esas complicaciones de tu marido me crean
incómodos problemas de conciencia. Y eso, para mí... En una palabra, no
entiendo por qué vos misma no resolvés el problema.
 Bueno  dijo Talita, mirándolo sosegada , me parece que la otra tarde
cualquiera que no sea un estúpido se habrá dado cuenta.
 Por supuesto, pero ahí lo tenés a Manú, al día siguiente se viene a verlo
al Dire y me consigue el trabajo. Justamente cuando yo me enjugaba las
lágrimas con un corte de género antes de salir a venderlo.
 Manú es bueno  dijo Talita . No podrás saber nunca lo bueno que es.
 Rara bondad  dijo Oliveira . Dejando de lado eso de que yo no podré
saberlo nunca, que al fin y al cabo debe ser cierto, permitime insinuarte que
a lo mejor Manú quiere jugar con fuego. Es un juego de circo, bien mirado. Y
vos  dijo Oliveira, apuntándole con el dedo  tenés cómplices.
 ¿Cómplices?
 Sí, cómplices. Yo el primero, y alguien que no está aquí. Te creés el
fiel de la balanza, para usar tu bonita figura, pero no sabés que estás
echando el cuerpo sobre uno de los lados. Conviene que te enteres.
 ¿Por qué no te vas, Horacio?  dijo Talita . ¿Por qué no lo dejás
tranquilo a Manú?
 Ya te expliqué, iba a salir a vender los cortes y ese bruto me consigue
el trabajo. Comprendé que no le voy a hacer un feo, sería mucho peor.
Sospecharía cualquier idiotez.
 Y así, entonces, vos te quedás aquí, y Manú duerme mal.
 Dale Equanil, vieja.
Talita ató los billetes de cinco pesos. A la hora del gato calculista se
asomaban siempre a verlo trabajar porque ese animal era absolutamente
inexplicable, ya dos veces había resuelto una multiplicación antes de que
funcionara el truco de la valeriana. Traveler estaba estupefacto, y pedía a
los íntimos que lo vigilaran. Pero esa noche el gato estaba hecho un
estúpido, apenas si le salían las sumas hasta veinticinco, era trágico.
Fumando en uno de los accesos a la pista, Traveler y Oliveira decidieron que
probablemente el gato necesitaba alimentos fosfatados, habría que hablarle al
Dire. Los dos payasos, que odiaban al gato sin que se supiera bien por qué,
bailaban alrededor del estrado donde el felino se atusaba los bigotes bajo
una luz de mercurio. A la tercera vuelta que dieron entonando una canción
rusa, el gato sacó las uñas y se tiró a la cara del más viejo. Como de [ Pobierz caÅ‚ość w formacie PDF ]

  • zanotowane.pl
  • doc.pisz.pl
  • pdf.pisz.pl
  • centurion.xlx.pl