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Eduard era el hombre ideal; sensible, educado, haba destruido un mundo carente de inters
para recrearlo de nuevo en su cabeza, esta vez con nuevos colores, personajes e historias. Y
este mundo nuevo inclua una mujer, un piano y una luna que continuaba creciendo.
-Yo podra enamorarme ahora, entregarme enteramente a ti -declaró, sabiendo que l no poda
entenderla-. T me pides apenas un poco de msica, pero yo soy mucho ms de lo que
pensaba que era, y me gustara compartir otras cosas que he llegado a entender.
Eduard sonrió. Lo habra entendido? Veronika sintió miedo (el manual de buena educación
dice que no se debe hablar de amor de una manera tan directa, y jams a un hombre al que se
ha visto tan pocas veces). Pero decidió continuar, porque no tena nada que perder.
-T eres el nico hombre sobre la faz de la Tierra por el cual me podra apasionar, Eduard.
Simplemente porque, cuando yo muera, t no sentirs mi ausencia. No s lo que un
esquizofrnico siente, pero ciertamente, no creo que llegue a aorar la presencia de nadie.
Quizs al principio te extraar no escuchar ms msica durante la noche; sin embargo,
siempre que aparezca la luna habr alguien dispuesto a tocar sonatas, principalmente en un
sanatorio, ya que aqu todos somos lunticos.
Ignoraba cul era la relación entre los locos y la luna, pero deba de ser muy intensa puesto
que usaban una palabra derivada de ella para describir a los enfermos mentales.
-Y yo tampoco sentir tu ausencia, Eduard, porque estar muerta, lejos de aqu. Y como no
tengo miedo de perderte, no me importa lo que puedas pensar o no de m, y hoy toqu para ti
como una mujer enamorada. Fue magnfico. Fue el mejor momento de mi vida.
Miró a Mari, all afuera. Recordó sus palabras. Y volvió a mirar al muchacho frente a ella.
Veronika se sacó el jersey y se acercó a Eduard; si tena que hacer algo, era preferible hacerlo
entonces. Mari no soportara el fro exterior durante mucho tiempo y pronto volvera a entrar
l retrocedió. La pregunta en sus ojos era otra: cundo volvera al piano? Cundo tocara
una nueva pieza para llenar su alma con los mismos colores, sufrimientos, dolores y alegras
de aquellos compositores locos que haban atravesado tantas generaciones con sus obras?
-La mujer que est all afuera me dijo: Mastrbate. Conoce adónde quieres llegar Podr ir
ms lejos de lo que siempre fui?
Ella tomó su mano y lo quiso llevar hasta el sof, pero Eduard, educadamente, rehusó.
Prefera quedarse de pie donde estaba, junto al piano, esperando pacientemente que ella
volviera a tocar.
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Librodot Veronika decide morir Paulo Coelho
Veronika se quedó desconcertada, pero pronto se dio cuenta de que no tena nada que perder
Estaba muerta, de qu serva estar alimentando los miedos y prejuicios que siempre limitaron
su vida? Se quitó la blusa, el pantalón, el sostn, las bragas y se quedó desnuda delante de l.
Eduard rió. Ella no saba de qu, pero se dio cuenta de que haba redo. Delicadamente cogió
su mano y la colocó sobre su sexo; la mano se quedó all, inmóvil. Veronika desistió de la
idea y la retiró.
Algo la estaba excitando mucho ms que un simple contacto fsico con aquel hombre: el
hecho de que poda hacer lo que quisiera, de que no haba lmites: excepto la mujer de afuera,
que poda entrar en cualquier momento, nadie ms deba de estar despierto.
Su sangre empezó a circular ms rpidamente, y el fro que sintiera al desnudarse fue
desapareciendo. Los dos estaban de pie, frente a frente, ella desnuda, l totalmente vestido.
Veronika descendió la mano hasta su sexo y comenzó a masturbarse; ya lo haba practicado
antes, sola o con alguna pareja, pero nunca en una situación como sta, en la que el hombre no
mostraba el menor inters por lo que estaba aconteciendo.
Y eso era excitante, muy excitante. De pie, con las piernas abiertas, Veronika se tocaba su
sexo, sus senos, sus cabellos, entregndose como nunca se entregara, no tanto porque quisiera
ver a aquel chico salir de su mundo distante sino porque nunca haba experimentado tal
sensación.
Empezó a hablar, a decir cosas impensables, Y que sus padres, sus amigos, sus ancestros
habran considerado lo ms sucio del mundo. Llegó el primer orgasmo y se mordió los labios
para no gritar de placer.
Eduard la miraba frente a frente, fijamente. Haba un brillo diferente en sus ojos: daba la
impresión de que fuese consciente de algo, aunque fuese tan sólo de la energa, el calor, el
sudor, el olor que exhalaba su cuerpo. Veronika an no estaba satisfecha. Se arrodilló y
comenzó a masturbarse otra vez.
Quera morir de gozo, de placer, pensando y realizando todo lo que siempre le haba sido
prohibido: imploró al hombre que la palpara, que la sometiera, que la usase para todo lo que le
viniera en gana. Le hubiera gustado que Zedka tambin estuviese all, porque una mujer sabe
cómo tocar el , cuerpo de otra como ningn hombre lo consigue ya que conoce todos sus
secretos.
De rodillas, ante aquel hombre de pie, ella se sintió poseda y palpada, y usó palabras fuertes
para describir lo que quera que l le hiciera. Un nuevo orgasmo fue llegando, esta vez ms
intenso que nunca, como si todo a su alrededor fuese a explotar Se acordó del ataque cardaco
que haba tenido aquella maana, pero ya no le conceda la menor importancia: iba a morir
gozando, estallando. Se sintió tentada de sujetar el sexo de Eduard, que se encontraba justo
delante de su rostro, pero no quera correr ningn riesgo de estropear aquel momento; estaba
yendo lejos, muy lejos, exactamente como le haba dicho Mari.
Se imaginó reina y esclava, dominadora y dominada. En su fantasa haca el amor con
blancos, negros, amarillos, homosexuales, mendigos. Era de todos, y todos podan hacer todo.
Tuvo uno, dos, tres orgasmos seguidos. Imaginó todo lo que nunca haba imaginado antes, y
se entregó a lo ms obsceno y a lo ms puro. Finalmente no consiguió contenerse ms y gritó
mucho, de placer, del dolor de los orgasmos seguidos, de los muchos hombres y mujeres que
haban entrado y salido de su cuerpo, usando las puertas de su mente.
Se acostó en el suelo y se dejó estar all, baada en sudor, con el alma inundada de paz. Se
haba escondido a s misma sus deseos ocultos, sin nunca saber bien por qu, y no necesitaba
una respuesta. Le bastaba haber hecho lo que haba hecho: entregarse.
Poco a poco el Universo fue volviendo a su lugar, y Veronika se levantó. Eduard se haba
mantenido inmóvil todo el tiempo, pero algo en l pareca haber cambiado: sus ojos
demostraban ternura, una ternura muy próxima a este mundo.
Fue tan bueno que consigo ver amor en todo. Hasta en los ojos de un esquizofrnico.
Empezaba a vestirse cuando sintió una tercera presencia en la sala.
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