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fueron abatidos siete restalladores y una horda de cachorros panda, así como algunas
cosas arrastrantes surgidas de las agitadas aguas del Noble, sin mencionar todo un
surtido de serpientes rama, murciélagos picadores, perforadores y anguilas de tierra.
A las 19:00 horas pareció que se había establecido un punto muerto. Eleanor y yo
subimos a su volador y partimos hacia el cielo.
Seguimos subiendo. Finalmente hubo un siseo cuando la cabina empezó a
presurizarse automáticamente. La noche estaba a todo nuestro alrededor. El rostro de
Eleanor, a la luz del panel de instrumentos, era una máscara de cansancio. Se llevó las
manos a las sienes como para quitársela, y entonces, cuando miré de nuevo, pareció que
lo había hecho. Una débil sonrisa flotó en sus labios y sus ojos brillaron. Un mechón
suelto de pelo ensombrecía su frente.
¿Adónde me llevas? preguntó.
Arriba, muy alto dije , por encima de la tormenta.
¿Por qué?
Han pasado muchos días dije desde que vimos por última vez un cielo sin
nubes.
Cierto admitió, y mientras se inclinaba hacia adelante para encender un cigarrillo
observé que parte de su pelo se había ladeado. Deseé adelantar una mano y enderezarlo,
pero no lo hice.
Nos sumergimos en el mar de nubes.
El cielo era oscuro, sin luna. Las estrellas brillaban como diamantes rotos. Las nubes
eran un suelo de lava.
Planeamos. Miramos al cielo. «Anclé» el volador, como un ojo preparado para flotar, y
encendí yo también un cigarrillo.
Eres más viejo que yo dijo ella al fin , de veras. ¿Lo sabes?
No.
Hay una cierta sabiduría, una cierta fuerza, algo como la esencia del tiempo que
pasa, que se filtra al interior de un hombre mientras duerme entre las estrellas. Lo sé,
porque puedo sentirlo cuando estoy junto a ti.
No dije.
Entonces quizá sea la gente que espera que tengas la fuerza de los siglos la que te
proporciona: algo así. Probablemente ya estaba aquí desde un principio.
No.
Sonrió.
No es tampoco un tipo de cosa exactamente positivo:
Me eché a reír.
Me preguntaste si iba a presentarme de nuevo para el cargo este otoño. La
respuesta es «no». Tengo intención de retirarme. Quiero echar raíces.
¿Con alguien en especial?
Sí, muy especial, Juss dijo, y me sonrió y yo la besé, pero no por mucho tiempo,
porque la ceniza de su cigarrillo estaba a punto de caerme por la parte de atrás de mi
cuello.
Así que dejamos nuestros dos cigarrillos y planeamos sobre la invisible ciudad, bajo un
cielo sin luna.
Mencioné antes que les hablaría de las Paradas. Si te diriges a una distancia de ciento
cuarenta y cinco años luz y te tomará quizá ciento cincuenta años reales recorrerla,
¿por qué pararse y estirar las piernas?
Bueno, primero y lo más importante, casi nadie duerme todo el salto. Hay montones de
pequeños artilugios que requieren monitorización humana constante. Nadie va a
permanecer sentado allí durante ciento cincuenta años vigilándolos, completamente solo.
Así que todo el mundo toma un turno o dos, pasajeros incluidos. Todos son instruidos
acerca de lo que tienen que hacer hasta que venga el doctor, y a quién despertar y cómo
hacerlo, si surge algún problema. Luego todo el mundo toma un turno de guardia de un
mes o así, junto con algunos otros compañeros. Siempre hay cientos de personas a
bordo, y después de que has recorrido toda la lista hasta abajo empiezas de nuevo desde
arriba. Todo tipo de agentes mecánicos las respaldan, de muchos de los cuales ni
siquiera son conscientes (para proteger contra ellas, además de con ellas, en el caso
improbable de que algunos chiflados se reúnan y decidan abrir una ventana, cambiar de
rumbo, asesinar pasajeros o algo parecido), y la gente está bien seleccionada y
cuidadosamente emparejada, de modo que se equilibren entre sí además de con la
maquinaria. Todo ello debido a que tanto artilugios como gente tienen que ser vigilados.
Tras varios turnos de guardia en la nave, intercalados con períodos de sueño frío,
tiendes a volverte claustrofóbico y un tanto deprimido. En consecuencia, cuando hay
alguna Parada disponible, es utilizada para restablecer el equilibrio mental y elevar los
flaqueantes espíritus animales. También sirve a la finalidad de enriquecer la vida y la
economía del mundo Parada con toda la información y las actividades que puedas llevar
contigo.
En consecuencia, las Paradas se han convertido en unas vacaciones tradicionales en
muchos mundos, caracterizadas por festivales y celebraciones en algunos de los más
pequeños, y a menudo por desfiles y entrevistas y conferencias de prensa emitidas a todo
el mundo en aquellos con poblaciones más numerosas. Tengo entendido que ahora
sucede algo muy parecido en la Tierra, cuando los visitantes coloniales se detienen en
ella. De hecho, una joven actriz sin demasiado éxito, Marilyn Austin, hizo un largo viaje
Fuera, estuvo allí unos pocos meses, y regresó en la siguiente nave que volvía de la
Tierra. Tras aparecer en la tridi un par de veces, hablando de la cultura interestelar y
exhibiendo sus blancos, blancos dientes, consiguió un suculento contrato, un tercer
marido, y su primer gran papel en las cintas. Todo lo cual sirve para demostrar el valor de
las Paradas.
Me posé encima de Helix, el mayor complejo de apartamentos de Betty, donde Eleanor
tenía su suite con doble balcón en un ángulo, que le ofrecía vistas tanto del distante Noble
como de las luces de Posh Valley, la sección residencial de Betty.
Eleanor preparó unos bistecs con patatas al horno, maíz asado, cerveza..., todo lo que
me gusta. Me sentí feliz y saciado y todo eso, y me quedé hasta casi medianoche,
haciendo planes para nuestro futuro. Luego tomé un taxi de vuelta a la Plaza Mayor,
donde estaba aparcado mi coche.
Cuando llegué, pensé en echar un vistazo en el Centro de Emergencias sólo para ver
cómo iban las cosas. Así que entré en el Ayuntamiento, pateé un poco para librarme del
exceso de agua, colgué mi impermeable y crucé el vacío vestíbulo hacia al ascensor.
El ascensor se mostró demasiado silencioso. Se supone que vibran, ¿saben? No
deberían suspirar débilmente y tener unas puertas que se abren y cierran sin ningún
sonido. En estas circunstancias doblé una embarazosa esquina en mi camino hacia el
Centro de Emergencias.
Era una pose sobre la que Rodin quizá hubiera querido trabajar. Todo lo que puedo
decires que fue una buena cosa que me detuviera cuando lo hice, en vez de cinco o diez
minutos más tarde.
Chuck Fuller y Lottie, la secretaria de Eleanor, estaban practicando la reanimación
boca a boca y ejecutando las técnicas de calentamiento de la víctima, allá en el diván de
la pequeña habitación auxiliar a un lado de la gran puerta de la sala del consejo.
Chuck estaba de espaldas a mí, pero Lottie me vio por encima de su hombro, y sus
ojos se abrieron mucho y lo empujó hacia un lado. Él volvió rápidamente la cabeza.
Juss... dijo.
Asentí.
Sólo pasaba por aquí dije . Pensé en pararme un momento para decir hola y
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