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 Cada uno de los saúcos contiene el alma de uno de los seguidores de Mordaga, a los que éste castigó de ese
modo. Son unos árboles vengativos.
 ¿Y el cuarto hombre de la profecía? Sepiriz se mostró entristecido al responder:
 Ya ha venido... por eso estoy aquí ahora. El pobre Rackhir es el cuarto.
 ¿El pobre Rackhir? ¿Pobre por qué? Sepiriz sacudió la cabeza y repuso:
 No importa... ya está todo dispuesto.  Entrelazó las manos y añadió : Encontraréis vuestros corceles
nihrainianos en los establos. Os llevarán más deprisa y llegaréis hasta Mordaga a tiempo. Aprovechad su rapidez,
porque el Caos no tardará en entrometerse.  Aferró a Elric por el brazo y el albino se sorprendió al ver una mirada
de piedad en los ojos del vidente . Ah, Elric, me temo que todavía te esperan muchos pesares. Ahora vete a
dormir mientras Rackhir descansa y diles a tus compañeros que hagan lo mismo, pronto deberéis partir.
2
El Caos tenía cercado el Este por dos extremos, y los cuatro hombres partieron desde la Fortaleza del Atardecer,
convencidos de que no era muy probable que sobrevivieran. Cabalgaron a través de las aguas hacia el continente
para descubrir guarniciones abandonadas mientras los hombres huían de la espantosa amenaza del Caos. Al cabo de
un día de marcha, se encontraron con los primeros supervivientes de los combates terrestres; a muchos de ellos la
deformante influencia del Caos les había retorcido los cuerpos hasta hacerles adoptar aspectos espantosos. Los
infelices avanzaban a duras penas por un blanco camino que conducía a Jadmar, una ciudad aún libre. Por ellos se
enteraron que media Ilmiora, partes de Vilmir y el pequeño reino independiente de Org habían sucumbido. El Caos
se estaba acercando cada vez más y la materia de su extraño cosmos estaba entrando en la tierra, de modo que allí
donde se instalaba su poder, la tierra se agitaba como el mar, el mar Huía como la lava, las montañas cambiaban de
forma y los árboles producían flores fantasmales jamás vistas en la tierra; toda la naturaleza era inestable y no
faltaba demasiado para que la tierra y el reino del Caos se fundieran en una sola unidad.
Elric se sintió aliviado al comprobar que Karlaak no había sido atacada aún. Pero según las noticias que iban,
recibiendo, el ejército del Caos se encontraba a menos de trescientos kilómetros e iba avanzando.
Zarozinia lo recibió con una alegría agitada.
 Se rumoreaba que habías muerto en la batalla naval.
 No puedo quedarme mucho tiempo. He de ir más allá del Desierto de los Suspiros. Y tú también has de
marcharte.
 Ya han ordenado que evacuemos la ciudad. Huiremos hacia el Erial de los Sollozos. Ni siquiera Jagreen Lern
se interesará demasiado por esos yermos.
 Es posible. Al menos allí estarás más segura. Si soy afortunado, quizá logre hacer retroceder a Jagreen Lern a
tiempo.  Le habló de su misión.
 Necesitas con qué defenderte  convino Zarozinia . Pues los mortales que no se hallan bajo la protección de
Jagreen Lern son horriblemente alterados por el Caos.
 El aire, el fuego, el agua y la tierra se vuelven inestables, porque no sólo están manipulando las vidas y las
almas de los hombres, sino los elementos mismos del planeta. Buscaré el escudo y ambos gozaremos de su
protección.
 Así lo espero, mi señor.
 Pareces triste... Por los Dioses, todos vosotros rezumáis tristeza. Pero yo me siento optimista, Zarozinia.  La
tomó de las manos y sonrió con desesperada alegría . ¡Anda, comparte mi optimismo!
La muchacha intentó reír, pero tenía los ojos anegados por las lágrimas. Él la miró con súbita compasión. A
pesar de sus labios sensuales y sus habilidades como amante, seguía siendo una niña.
 Te debo mucho, amor mío  le dijo con voz queda . Mis horas felices han sido bien pocas, pero todas las he
vivido contigo. No temas... quizá nuestro destino sea alegre. Ella se apretó contra su cuerpo y exclamó:
 ¡No, mi señor, no... nuestro único destino es la muerte!
Intentó acallar sus sollozos con sus besos y ella le correspondió; hicieron el amor, pero al dormirse, sus sueños
estuvieron llenos de oscuros presagios y permanecieron aferrados hasta el amanecer, incapaces de vencer la certeza
de los tormentos que les esperaban. [ Pobierz całość w formacie PDF ]

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